domingo, marzo 25, 2007

Poeta y Ladrón 4

Como luego comprobó que yo no tenía “nada encima” y sospecho de que el profesional era el otro, se deshizo en disculpas.
Luego de tomar nuestros datos personales y de advertirnos que no volvieramos mas por allí, nos dejaron ir. A esas alturas mi odio hacia los guardias crecía y al salir a la calle provoque al otro guardia que hizo el ademán de cargarnos, pero ya estabamos fuera de su terreno.
Luego de este incidente no teníamos ganas de hablar y nos separamos. Subí y baje una y otra vez una calle empedrada, paseando mi rabia, hasta que logré calmarme.
Ya podía compartir lo que Chaquetón solía decir: Mi corazón es un diamante de odio puro.

Lo último que supe de Chaquetón fue a través de una postal que envío desde los Pirineos. Con lo ahorrado en los últimos años compró un terreno cerca de la frontera. El lugar contaba con un pajar que comenzó a habilitar como vivienda. En el estado actual solo servía para vivir en Verano. Al llegar el invierno cuando la nieve comenzaba a cubrirlo todo, Chaquetón se trasladaba a una hospedería para indigentes en el pueblo mas cercano.


Fin




3 comentarios:

Anónimo dijo...

…aqui siguendo estos capitulos como telenovela!.
Esto me recuerda de un companhero de curso que yo tenia. “Cabezon Merino” tenia el mismo problema, pero su aficion era ser Arquitecto y Ladron”. Era el mejor dibujante grafico del colegio y era el que tenia los mejores materials de trabajo . Una vez toda la escuadra de vendedores de la Libreria Nacional(creo que asi se llamaba) salio pesiguendonos a la calle…”Alli van los ladrones !” gritaban los vendedores mientras corrian detras de nosotros. Finalmente atraparon al Cabezon(pesado en la carrera), pero yo logre escapar. Esto lo que considere muy justo en ese momento, por que yo no tenia vela alguna en ese entierro.
Saludos!
A.

Anónimo dijo...

¿Y qué decir de Benítez en el colegio...? capeaba clases yendo con alguno de nosotros a tomar desayuno a la plaza de Valdivia. Entraba al supermercado "Las Brisas" que quedaba justo enfrente y robaba pan y leche condensada. Luego volvía a sentarse bajo los tilos para dar cuenta del banquete. Ahí mismo se daba cuenta que no tenía como abrir la lata. "espérenme, ya vuelvo" decía. Minutos después reaparecía con un abridor...¡del mismo supermercado!

Tu relato me recuerda una canción de Alberto Cortez, allá por los 80: "Me encanta ser amigo de los ladrones y las canciones en francés".
Ojalá pudiera publicarse más allá de este portal
Saludos

CL.

Anónimo dijo...

Muy buenos complementos a esta historia.
Me imagino la adrenalina de la carrera!

Benitez era un pelusón ilustrado, no había mucha gente culta por el colegio...Me recomendo los Premios de Cortazar.
Lo acompañe en una visita a las Brisas, al llegar a la caja me puse nervioso, me hizo un gesto de quer no habia sacado nada y me traquilize. Al cruzar la calle saco un trenmendo chocolate entre otras cosas...
Ig.