domingo, mayo 11, 2008

Marcelo Lillo y el Hielo - Parte 2

En la cena a la que me estoy refiriendo estaba presente Rafael Gumucio, a quien tanto Lillo como yo acabábamos de conocer. Gumucio, que se sentó cerca de nosotros, tuvo una de sus noches espectaculares, inspiradas, divertidísimas. Recuerdo bien la admiración y la gratitud con que Lillo, a la hora de despedirse, enfatizaba lo mucho que se había reído y lo bien que se lo había pasado.A continuación transcurrieron varios años en blanco. Yo le había pedido a Lillo que no dejara de enviarme nuevas cosas que escribiera, pero sospecho que ni él ni yo conservamos las señas que probablemente intercambiamos. Alguna vez, en nuestros esporádicos encuentros, Carolina y yo especulábamos sobre cuál habría sido su suerte. De vez en cuando, ella alcanzaba a tener noticia de Lillo a través de la prensa de regiones, en la que aparecía su nombre como ganador o finalista de algún concurso de cuentos de provincia. ¿Se acuerdan ustedes de aquel cuento de Bolaño, “Sensini”, que encabeza sus Llamadas telefónicas? El de Lillo parecía un destino parejo al de tantos personajes de Bolaño, escritores fantasmales cuya vida discurre entre el fracaso y el olvido.
Hasta que de pronto, hace apenas dos años, Carolina me escribió de improviso para decirme que había recuperado la pista de Lillo. Al parecer, éste había concursado de nuevo en el premio Paula, de nuevo con un relato excepcional —“La felicidad”, se titulaba—, que ni siquiera quedó entre los finalistas de aquella convocatoria. Carolina tuvo el presentimiento de que se trataba del mismo autor de “Hielo”, y antes de destruir el manuscrito se decidió a ponerse en contacto con él. Era Marcelo Lillo, en efecto.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya...tenemos literatura al alcance de la mano o quizás ni tanto. Por algo serà que algunos se van a Niebla (donde mis ojos no te vean). Entre paseo y paseo a lo mejor te lo topas por allí. Esperaremos su publicación con cierta expectativa.
Saludos

Cl.

Anónimo dijo...

Creo que los paseos de Lillo no coinciden con los míos porque sino ya lo había visto en Niebla. Reconozco que ahora salgo muy poco de paseo en el pueblo, pero en todo caso en todos estos años el encuentro se tendría que haber producido.
Jugando a las Escondidas, podría llamarse este cuento y trataría de pintores, escritores y otros fantasmas del lugar.

Ig.

Anónimo dijo...

Creo que los paseos de Lillo no coinciden con los míos porque sino ya lo había visto en Niebla. Reconozco que ahora salgo muy poco de paseo en el pueblo, pero en todo caso en todos estos años el encuentro se tendría que haber producido.
Jugando a las Escondidas, podría llamarse este cuento y trataría de pintores, escritores y otros fantasmas del lugar.

Ig.