A continuación, fragmentos de la entrevista aparecida en Artes y Letras de El Mercurio el domingo 11 demayo del 2008.
Valdivia continúa siendo "una ciudad fría, triste y lluviosa", como la describe Lillo en uno de sus cuentos, pero el día de la entrevista el sol brilla sobre el río como si no fuera otoño, mostrando el mejor rostro de un lugar que también tiene sus lunares.
"Aquí hay tanto mito", dice Lillo, a propósito del medio cultural de la ciudad donde hizo teatro, estudió Pedagogía en Castellano y enseñó durante años. "En los noventa, yo todavía me juntaba con los escritores, pero todo se acabó cuando gané el Paula. Personas con las cuales salía a comer y llevaba a mi casa, no me dijeron ni te felicito, ni qué bien, ni nada. Incluso hubo gente que me quitó el saludo. O sea, yo cometí el error de ganar ese premio. Me trajo una cantidad de envidias enorme".
-¿Fue entonces cuando decidiste irte de la ciudad?
-Poco después, en 2002. Me cansé de la abulia de la sala de clases y de la mediocridad de la sala de profesores. Yo ganaba un millón de pesos al mes entre el liceo y el preuniversitario. Pero le dije a mi mujer: vendamos todo, el auto, la casa y nos vamos a otra parte, porque hay que cambiar radicalmente de vida. Nos fuimos primero a Mehuín. Calculamos que la plata nos alcanzaba hasta el 2006. Hice un pacto de muerte: si en cuatro años no me iba bien, o sea, no ganaba más concursos, me pegaba un tiro. En serio. Me compré una Colt 45.-
Drástica la decisión. ¿Qué pasó cuando se cumplió el plazo?
-El 2006 mandé al concurso de Paula un cuento que había escrito en 2001, "La felicidad", que no ganó ni quedó entre los finalistas. Un día de tormenta en que había salido a comprar leña, suena el celular. Era Ignacio: "Llamo únicamente para darte ánimo". Le habían mandado mi cuento junto con una carta en la que yo hablaba del suicidio. Eso no se me va a olvidar nunca. ¿A qué escritor perdido en el culo del mundo lo llaman de España para darle ánimo? "Si tienes algo tan bueno como 'La felicidad' o 'Hielo', mándamelo", me dijo. Le envié El fumador y otros relatos.
-En el cuento "40 Caballos", se lee: "Dejar actuar a la memoria no exige complicaciones". ¿Es la clave de tu narrativa?
-Es un recurso que utilizo mucho en los cuentos: empieza uno de determinada manera y de repente, en la página 10, el tipo se da cuenta de que estaba recordando y que la realidad que lo espera ahora es terrible. Recordar es una cosa automática, ¿qué complicación tienes en pensar, recordar y emocionarte con eso? Es muy del teatro. El famoso método Stanislavsky: memoria emocional. ¿Cómo voy a ser un asesino si nunca he matado a nadie? ¿Pero usted mató alguna vez a un perrito, a una mosca? Acuérdese de eso y de ahí saque las emociones. Eso yo lo hago en todos estos cuentos, pero de manera inconsciente.
Valdivia continúa siendo "una ciudad fría, triste y lluviosa", como la describe Lillo en uno de sus cuentos, pero el día de la entrevista el sol brilla sobre el río como si no fuera otoño, mostrando el mejor rostro de un lugar que también tiene sus lunares.
"Aquí hay tanto mito", dice Lillo, a propósito del medio cultural de la ciudad donde hizo teatro, estudió Pedagogía en Castellano y enseñó durante años. "En los noventa, yo todavía me juntaba con los escritores, pero todo se acabó cuando gané el Paula. Personas con las cuales salía a comer y llevaba a mi casa, no me dijeron ni te felicito, ni qué bien, ni nada. Incluso hubo gente que me quitó el saludo. O sea, yo cometí el error de ganar ese premio. Me trajo una cantidad de envidias enorme".
-¿Fue entonces cuando decidiste irte de la ciudad?
-Poco después, en 2002. Me cansé de la abulia de la sala de clases y de la mediocridad de la sala de profesores. Yo ganaba un millón de pesos al mes entre el liceo y el preuniversitario. Pero le dije a mi mujer: vendamos todo, el auto, la casa y nos vamos a otra parte, porque hay que cambiar radicalmente de vida. Nos fuimos primero a Mehuín. Calculamos que la plata nos alcanzaba hasta el 2006. Hice un pacto de muerte: si en cuatro años no me iba bien, o sea, no ganaba más concursos, me pegaba un tiro. En serio. Me compré una Colt 45.-
Drástica la decisión. ¿Qué pasó cuando se cumplió el plazo?
-El 2006 mandé al concurso de Paula un cuento que había escrito en 2001, "La felicidad", que no ganó ni quedó entre los finalistas. Un día de tormenta en que había salido a comprar leña, suena el celular. Era Ignacio: "Llamo únicamente para darte ánimo". Le habían mandado mi cuento junto con una carta en la que yo hablaba del suicidio. Eso no se me va a olvidar nunca. ¿A qué escritor perdido en el culo del mundo lo llaman de España para darle ánimo? "Si tienes algo tan bueno como 'La felicidad' o 'Hielo', mándamelo", me dijo. Le envié El fumador y otros relatos.
-En el cuento "40 Caballos", se lee: "Dejar actuar a la memoria no exige complicaciones". ¿Es la clave de tu narrativa?
-Es un recurso que utilizo mucho en los cuentos: empieza uno de determinada manera y de repente, en la página 10, el tipo se da cuenta de que estaba recordando y que la realidad que lo espera ahora es terrible. Recordar es una cosa automática, ¿qué complicación tienes en pensar, recordar y emocionarte con eso? Es muy del teatro. El famoso método Stanislavsky: memoria emocional. ¿Cómo voy a ser un asesino si nunca he matado a nadie? ¿Pero usted mató alguna vez a un perrito, a una mosca? Acuérdese de eso y de ahí saque las emociones. Eso yo lo hago en todos estos cuentos, pero de manera inconsciente.
5 comentarios:
Hay que darle una visita al vecino antes que se haga muy famoso... Podrías tener una entrevista exclusiva para el mirador...(?) Al parecer M.L. tiene preferencia por autores americanos... ¡incluso podríamos intercambiar mas de alguna palabra!
A.
La idea es muy buena, pero hay que decir que nunca he visto a este vecino. Desde ya tiene que estar con la agenda recargada.
Por otra parte el caracter sureño es desconfiado, aún cuando cada cual critique tal cosa.
De todos modos estaré atento.
Ig.
En realidad a Marcelo Lillo lo ubicaba en los años de la Universidad y alguna otra vez me he cruzado por la calle en esta etapa ( de 10 años) en Valdivia.
Donde no lo he visto nunca es en Niebla y eso me parece curioso, porque aquí nos conocemos todos. Deduzco que el escritor tiene coche, porque si no ya lo habría visto en la locomoción colectiva entre Niebla y Valdivia de la que soy usuario varios días a la semana. Por cierto toda esta historia tiene un poco de cuento. Eso se ve en la columna de Echeverría en la enfatiza el aislamiento de Lillo, pero creo que el escritor, es un poco más adaptado de lo que se dice.
Ig.
HOLA
SORRY.
COMO ES EOS DE QUE TODOS SE CONOCEN??
COMO ES LA VIDA ENTRE VALDIVIA Y NIEBLA?
SANTIAGUINO.
ESCRITOSCAETANOS.BLOGSPOT.COM
Estan los lugareños,los pescadores, los jubilados,los estudiantes de la Uach y los ermitaños. Casi todos se han visto más de alguna vez. En cuanto a los ermitaños,justificando tal denominación, pueden pasar años sin visitarse entre si.
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