En noviembre pasado, vì en un afiche su nombre y comprobè que ese mismo dìa por la tarde estarìa en un ciclo de charlas organizado por la ecuela de arquitectura de la UACH
No habìa mucho tiempo pero esta vez no fallarìa.
En la UACH no encontrè ningun afiche con indicaciones precisas y como muchas veces ocurre, nadie sabìa nada. La desinformaciòn siempre resulta ser poco democràtica. Al final le preguntè al Decano de Filosofia y humanidades por la reuniòn.
Faltando algo mas de media hora decidí dar un paseo por el jardìn botànico que en estas fechas està en su esplendor, al tomar el camino de regreso, desde la floresta escucho un silbido, alguien me llama. Un amigo arquitecto, Wily Barrios y un profesor conocido, están fumando en la espesura. Wily que no sabìa del encuentro y que conoce a Elicura decide acompañarme, al acercarnos al recinto justo viene llegando el poeta, lo saludo de inmediato e iniciamos una conversación que hay que interrumpir porque es el momento de la conferencia.
Elicura va dando cuenta de la visiòn mapuche del mundo, habla del necesario reconocimiento de la hermosa morenez del pueblo chileno y como se pude complementar con la hermosa rubiedad. Dice que es escèptico, pero que estar abierto a ir donde le llamen en pos del dialogo entre las culturas lo deja tranquilo consigo mismo.
Termina leyendo el poema El Sueño Azul:” Salì a perderme en los bosques de la imaginación (en eso ando aùn…)”
Al finalizar la conferencia pensamos despedirnos, pero surge la idea de compartir un café o algo que termina siendo vino tinto para el poeta (siguiendo una larga tradición) y cerveza negra para los acompañantes en La Ultima Frontera.
Compartimos la mesa con dos mujeres, las anfitrionas de la Escuela de arquitectura, y el hijo menor de Elicura.
Al final nos despedimos. Ahora si espero que no pasen diez años hasta el pròximo encuentro.
sábado, diciembre 30, 2006
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