Ignacio Barrientos
Puedo ver a mis pinturas sobre módulos de madera como diagramas espaciales. Vistas elevadas del terreno, por ej. de parques, jardines, llanuras, playas etc.
Desde el comienzo de mis pinturas “geométricas” esto fue así.
Todo comenzó el 91 en un parque de Madrid donde encontré una especie de cuaderno hecho a mano. Estaba parcialmente quemado, lo conservé así, excepto que pinte su portada con una figura geométrica azul que surgió intuitivamente. Luego lo interpreté como la vista elevada de un lago.
No usaría la palabra cartografía para mis trabajos, no se trata de mapas con detalles precisos. Se trata más bien de “mapas abstractos” de territorios por definir, “construcciones ideales” emplazadas en “territorios ideales”. Mentalmente te puedes desplazar por ellos.
Estas pinturas “se extienden” a la sala. No se trata del formato cuadro tradicional, que delimita la dimensión pictórica por oposición al espacio de la sala. En este caso se trata de un formato multidireccional.
En la serie 2006 ya hable en ese sentido de implicación espacial, además aventure un par de pequeños trabajos tridimensionales que de momento quedan suspendidos. Las obras de esta serie vuelven de modo exclusivo al muro, y no tienen por tanto pretensiones escultóricas o de instalación.
El Color
Ciertas relaciones entre colores se desarrollan en el tiempo y tienen una fuerte carga emocional y síquica. Otros simplemente se van cogiendo del entorno más inmediato: Cojines, manteles, una chaqueta… Hay por tanto elecciones principales y secundarias. En todo caso al tomar la decisión de utilizar cualquier color ya se desencadena el proceso pictórico, porque un color exige otro.
El gris en sus diversos tonos sirve de enlace en esta serie. Los grises crean un campo neutro, un “espejo” donde los otros colores se reúnen produciendo un determinado efecto. Este “intervalo” en la pintura enlentece, suspende, el trabajo que hace el ojo al relacionar otros colores.
En varios de estos trabajos queda un campo interior vacío, producto de la unión de los diversos módulos. Es otro espacio neutral donde los colores pueden reunirse. El pintor ha dejado espacio para que “el color final” se pinte solo al ojo del espectador.
Al comenzar la serie sabía, más o menos, el papel que jugaría el gris en estas pinturas. La idea era que los colores aparecieran como en un nublado día de lluvia. Ese sería el “marco” para los colores. Una idea en apariencia sencilla en el contexto del sur de Chile que sirvió como sugerencia y dirección en el trabajo.
Puedo decir que mis colores avanzan y retroceden desde la lluvia y la neblina.
Trabajé de modo continuo cada día durante un par de meses en sesiones de sólo unas cuantas horas, esto evitó el combate y la exasperación propias de mis pinturas de juventud.
Sólo en uno de los trabajos, Árboles, la imagen de los colores que iba a utilizar estaba casi resuelta.
En los demás trabajos los colores se fueron necesitando tranquilamente unos a otros.
La ceniza sigue teniendo un papel destacado en mis obras.
Estoy al centro de un vasto campo de ceniza. Esa es la condición de un pintor en estas latitudes.
Estoy construyendo unos aparatos y un color que me permita viajar desde aquí hacia donde quiera.
Niebla, noviembre 2007
jueves, noviembre 29, 2007
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario