Andar en bicicleta rompe la rutina mental, vas a establecer otra rutina, la de los pensamientos en bicicleta.
Se quiebra el aburrimiento, mas bien te pones en su límite y fuerzas los hechos. La bicicleta te permite un poco de juego en la vía pública que el simple peatón tiene vedado. Vas por la acera tras una chica bonita, llegas a la esquina y regresas, vuelves a pasar junto a ella, una vez otra vez y no pasa nada, si lo hicieras caminando esta sería una conducta extraña y algo alarmante.
Una amiga me dice que salgo a pasear por ahí, por si salta la liebre.
No, esto es un simplismo. Salgo por el placer de rodar en bici en un día soleado, por mirar el paisaje, por si surge alguna sorpresa, un encuentro con algún conocido y claro por mirar chicas, sabiendo de antemano que casi nunca pasa nada. Esto esta reforzado por mi actitud que contempla desde cierta distancia, solo a veces se disuelve la distancia y hablas por ejemplo con una estudiante que dibuja el puente y poco mas.
De todos modos, y buscaré decía Ketama...
lunes, octubre 10, 2005
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